Que el PELO le de abrigo a tus ideas, que
siempre pulan más que un buen peinado, adornando pensamientos de prosperidad.
Que los OJOS reconozcan la diferencia entre un
colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga seguirá siendo un
colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz,
ni lo alto del cielo con LA GRANDEZA DE
DIOS.
Que la NARIZ distinga el aroma de Dios con
total soltura y cortesía.
Que el OÍDO sea tan fiel a la hora del
reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el
equilibrio en cualquier circunstancia, y así poder distinguir la voz del Señor
al hablarte.
Que la BOCA refleje la sonrisa que hay
adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes,
para que te comuniques con sabiduría y entendimiento.
Que la LENGUA encuentre las palabras más
exactas para expresarte sin que te malinterpreten, hablando palabras de
consolación y vida.
Que los DIENTES te sirvan para aprovechar mejor
el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en deterioro de los
otros, y para que los muestres al mundo en señal de agradecimiento por las
bendiciones que Dios te ha concedido.
Que el CUELLO te sirva para asentir cada
mandato que proviene de parte de Dios, actuando con sinceridad y obediencia
ante su palabra.
Que el PECHO te sirva de armadura guardando al
corazón de toda astilla falta de amor.
Que el CORAZÓN toque su música con amor para
que tu vida sea un paso del UNIVERSO
hacia delante, bendiciendo tu vida y la de los tuyos…en preparación para el
encuentro final con nuestro Creador.
Que el ABDOMEN te sirva para expulsar al
respirar toda amargura, envidia, dolor… que hacen de tu vida un horror.
Deposita en Dios tu confianza y el hará conforme a tu corazón. ÉL es tu paz y
tu tranquilidad.
Que la CINTURA no sea un impedimento, sino una
acción de dar al prójimo de lo que posees. Olvida el orgullo y la altivez, porque
ellas traen hundimiento y miseria a tu vida. Céntrate en ser humilde y
servicial así como Jesús, lava los pies de tu hermano. Sin tapujos, ni
asperezas aprende a servir con amor y dulzura.
Que la ESPALDA sea tu mejor soporte y no la
carga más pesada, pues en la cruz se entregaron y vencieron las cargas de tu
alma.
Que los BRAZOS sean la cuna de los abrazos y no
camisa de fuerza para nadie, y sí, la fuerza para apoyar al herido y levantar al
caído.
Que las MANOS se tiendan generosas en el dar y
agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para
reconfortar a los que te rodean igual que Jesús entregó sus manos en la cruz.
Que los DEDOS se deslicen en cada página del TESORO, que Dios confió en tus manos.
En el encontrarás respuesta a todas tus cuestiones y promesa para aderezar tus
errores. Venda tus heridas, olvídate del pasado, céntrate en tu presente y
espera en el futuro. Cree en Dios y espera en ÉL.
Que las UÑAS crezcan lo suficiente para
protegerte, sin lastimar a nadie, siempre peleando la buena batalla.
Que las PIERNAS dirijan tus pies hacia toda
justicia y verdad, conduciendo tu vida hacia toda SANTIDAD.
Que las RODILLAS te sostengan con firmeza a la
altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de oración
y charla con el Todopoderoso.
Que los PIES te lleven por el camino más largo
hacia la felicidad, porque la felicidad son sólo puntos en el mapa de la vida,
y el verdadero disfrute está en buscarlos en el conocimiento y profundidad de DIOS.
Que la PIEL te sirva de puente y no de valla,
cuando al tacto de tus semejantes procedas la energía espiritual de sanidad y
salvación que nuestro Divino Señor ha depositado en ti…
¡Dios les bendiga!
Amén.