Había una vez un viajero, que caminaba por el desierto cuando llegó al borde de un cañón. Buscando la manera de cruzarlo, se dio cuenta de que había una larga cuerda extendida hacia el otro lado. Mientras sus ojos empezaban a seguir la cuerda hacia la otra orilla; se quedó atónito al ver a un hombre caminando hacia él, confiadamente conduciendo una carretilla. Al llegar a la orilla de su lado, el viajero exclamó:
—¡Eso es asombroso!
El hombre de la carretilla le preguntó:
—¿Crees que lo pueda volver hacer?
—Estoy seguro que sí, contestó el viajero. —Si lo has hecho con tanta confianza.
—¿En verdad crees que sí lo puedo volver hacer?
—Sí, definitivamente sí.
—Muy bien, de acuerdo, dijo el hombre de la carretilla, —Súbete y te llevo al otro lado.
La mayoría de las veces nuestra falta de fe limita nuestras posibilidades.
La fe es creer lo suficiente para actuar. Lo que sucede es que a la hora de la verdad nos da miedo dar el paso y por consiguiente nos paralizamos.
El miedo siempre paraliza y terminamos siendo prisioneros del presente. Muchos se pierden las oportunidades por miedo al fracaso o a lo incierto.
Es por eso que el miedo siempre es derrotado por la fe.
La fe es creer lo suficiente para estar abiertos a lo improbable pero el primer paso lo tenemos que dar nosotros.
Como puedes ver, La fe y la valentía van de la mano.
Fuente: renuevodeplenitud.com
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