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Mateo 7:7-12



Estaba ayer a la noche leyendo este fragmento de Mateo 7 y quisiera compartirlo con vosotros. Tan sólo son 6 versículos, que engloban una regla de oro.

Mateo 7:7-12

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

El amor de un padre sobrepasa fronteras, y no limita sus posesiones al mero disfrute de éstas, es más, se goza de que sus hijos tengan el privilegio de disfrutarlas y su único deseo es que prosperen en la vida. 
Como hombres mortales nos dejamos influir por el ambiente que nos rodea, siendo partícipes de lo cotidiano, cuando estamos destinados a lo extraordinario. Nos adecuamos a la monotonía, cegados por nuestra propia condición, que nos impide ver que hay más que dar y ofrecer de lo que estamos dando o haciendo. Nos guiamos por lo que ven nuestros ojos, aunque nuestro corazón sabe que no debemos, sin embargo, la carne nos puede, porque no hemos sabido dejar que el Espíritu tome el control. Pedimos y no recibimos desde el momento en el que hemos dejado de creer, y de sentir cada palabra que sale por nuestra boca. Si de lo profundo de nuestro corazón brotara lo que sentimos sin tapujos, y pudiéramos expresarlo y ser constantes en la oración, perseverando en lo imposible, Dios oirá desde los cielos verá nuestra necesidad y hará realidad el milagro. Vuélvete al primer amor,  Él siempre ha estado ahí ¿y tú? 
Es tiempo de cambiar, su palabra es real, Él nos va a dar lo que necesitemos, si le buscamos le hallaremos, y si le llamamos, Él acudirá a nuestro encuentro. Pero para que esto sea posible se demanda una sola cosa y es TIEMPO A SOLAS CON JESÚS. 
¿Como vas a conocer a tu padre y tener la confianza para pedirle algo, si no estás con él? 
Con Dios ocurre lo mismo, seguir a Jesús no es fácil pero es un privilegio, sabes que no estás sol@ y que tienes un propósito más grande que tu mism@, que en cualquier situación o circunstancia puedes pedirle consejo, y que sin duda, ese consejo será el mejor que puedes recibir. 
En su paso por la tierra Jesús nos enseño y mostró como se puede vencer al mundo siendo recto y obediente a la voluntad del Padre. 
Yo quiero seguir sus enseñanzas, quiero seguir a Jesús y hacer el bien aún al que me desea mal, porque no hay mayor placer que saber que Dios es mi padre, y yo soy su hija. Quiero que se sienta orgulloso de mí, y haga realidad su propósito en mi vida.
¿Por qué de que vale una vida, sino has dejado huella? ¿De qué me sirve conocer a Cristo si no cumplo con lo que digo y pienso? No quiero ser como los escribas o fariseos, mi deseo es que mi vida sea como perfume a los pies de Cristo, porque no hay mayor lugar en el que puedas estar.




Autor: Tabernáculo de la Gracia.

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