Cuando era joven, mi carácter fuerte, impulsivo y explosivo,
me hacía reventar en cólera a la menor provocación.
La mayoría de las veces, después de uno de estos incidentes,
me sentía avergonzado y me esforzaba por
consolar a quien había dañado.
me sentía avergonzado y me esforzaba por
consolar a quien había dañado.
Un día mi maestro, quien me vio dando excusas a un
compañero de salón después de una explosión de ira,
me llevó a un aula, me entregó una hoja
de papel lisa y me dijo:
compañero de salón después de una explosión de ira,
me llevó a un aula, me entregó una hoja
de papel lisa y me dijo:
"¡Estrújalo!".
Asombrado, obedecí, lo arrugué e hice con él una bolita.
Luego me dijo:
"Ahora déjalo como estaba antes" ...
Por supuesto que no pude dejarlo como estaba.
Por más que traté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
El profesor me dijo:
"El corazón de las personas es como este papel ...
La impresión que dejas en ellos, será tan difícil de
borrar como esas arrugas y esos pliegues que
has hecho en el papel" ...
La impresión que dejas en ellos, será tan difícil de
borrar como esas arrugas y esos pliegues que
has hecho en el papel" ...
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente.
Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.
Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.
La impresión que dejamos en los demás es
imposible de borrar ... más aún cuando lastimamos
con nuestras reacciones o con nuestras palabras ...
imposible de borrar ... más aún cuando lastimamos
con nuestras reacciones o con nuestras palabras ...
Autor: Anónimo
Anécdota extraída de: corazones.org
Debemos aprender a controlar nuestros impulsos y nuestras emociones, sabiendo en todo momento, que éstas pueden dañar a las personas que más amamos y dejar un mal recuerdo de nosotros mismos en ellas.
Por eso es importante que renovemos nuestro entendimiento en Cristo Jesus día tras día, creciendo más en el espíritu y menos en la carne. Y si en ese día que ha transcurrido nos hemos disgustado o enfadado con alguien, que nuestro disgusto o enojo no nos conduzca al pecado.
Romanos 12:2
"No os conforméis a este mundo, sino que transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Efesios 4:26
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el solo sobre vuestro enojo”
Escrito por: Tabernáculo de la Gracia