“Ni se dormirá el que te guarda” (Sal 121.3). Muchos niños pequeños sienten miedo en la oscuridad. Si se despiertan cuando todos los demás están durmiendo, pueden sentirse solos y asustados. Nuestro Dios no necesita dormir; Él está siempre alerta y atento a nuestro clamor, aunque nuestros sentimientos nos digan lo contrario.
“Jehová es tu guardador . . . El guardará tu alma” (Sal 121.5, 7). Cuando los padres tienen que dejar a sus hijos, escogen a una persona de confianza para que los cuiden, protejan y alimenten. ¡Cuánto más dedicado y capaz es nuestro Padre celestial! Además de preservarnos física y espiritualmente, controla los malos pensamientos, las palabras destructivas y el proceder incorrecto.
Su Espíritu Santo nos advierte contra el mal, y también nos guía para que crezcamos de la manera que le agrada a Dios.
“Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (Sal 121.8). Dios es Soberano. Él está con nosotros siempre —protegiendo, señalando el camino y enseñando. Nos acompaña y guía, aún en las tareas pequeñas que parecen insignificantes.
Cuando nos hacemos adultos, muchos sentimos tristeza y un poco de temor al dejar la seguridad del hogar de nuestros padres. Pero nunca nos separamos del amor y el cuidado precioso de nuestro Padre Celestial. Dios es nuestro guardador, y Él cuida de nosotros mejor que cualquier madre o padre en este mundo.
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