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¡Aliméntate sanamente!


Hacemos dietas constantemente y nos ponemos a estricto régimen cuando terminan las vacaciones o pasan las fechas navideñas. Nos exigimos y sometemos nuestra voluntad a una serie de alimentos que nos ayudarán a sentir mejor y a recuperar nuestra salud y bienestar. ¿Hacemos lo mismo con nuestro espíritu? Resulta que para el alma también hay recomendaciones y cuidados especiales.
Nuestro espíritu necesita un alimento especial para estar bien y a veces, por estar enfocados en nuestro cuerpo y su aspecto; nos olvidamos de nuestro interior. Si estamos bien por fuera pero mal por dentro de nada sirve, aunque nos esforcemos en estar en el peso ideal pero tengamos descuidado y olvidado nuestro espíritu nunca será suficiente, seremos seres incompletos, con un cuerpo saludable pero un espíritu hambriento. Por eso, antes de caer en desnutrición espiritual apliquemos las recomendaciones que Dios nos da y empecemos a nutrirnos y a recuperar.
Cuando tenemos sed bebemos agua hasta satisfacer la necesidad de líquido.
Cuando tenemos hambre comemos para saciar nuestra necesidad de alimento.
Cuando tenemos el corazón y el espíritu necesitados, ¿Qué comemos?
A veces elegimos mal y nos alimentamos de forma perjudicial y dañina. Asimismo, cuando no tomamos el alimento que restaura nuestro interior nos estamos exponiendo al raquitismo espiritual, al deterioro de nuestro espíritu, pero siendo consciente de ello, no permitamos llegar a este estado y cuidemos nuestro interior. Tenemos el alimento para consumir diariamente y nutrir nuestro cuerpo lo mismo que tenemos el alimento para nutrir nuestro espíritu. ¡Empecemos a cuidar y alimentar sanamente nuestro interior!
Las recomendaciones ya fueron dadas, ahora nos toca aplicarlas. Tenemos para beber y comer:
“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.“ (Mateo 4:4)
“El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.” (Juan 4:14)
“Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” (Juan 6:35)
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo.” (Juan 6:51)
“Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados.” (Lucas 6:21)
“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.“ ( 2 Juan 4:34)
“La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.” (Lucas 12: 23)
“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.” (Juan 6:27)
“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. (Juan 6:55)
“Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino,
Sin hallar ciudad en donde vivir. 
Hambrientos y sedientos, Su alma desfallecía en ellos.” (Salmos 107:4-5)
Es el momento de alimentarnos sanamente. Si ya lo haces continua, no pierdas el hábito. Si habías cambiado tu alimentación ¡recupérala! Y si directamente te sientes desnutrido espiritualmente, ¡Come y bebe! Recupérate y alimenta tu espíritu para que crezcas y seas salvo. Aliméntate y comparte para que no haya desnutrición ni raquitismo espiritual en nuestro mundo.
Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,
Autora: Laura Sánchez.
Fuente: arteydisenoparacristo.wordpress.com

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