El Doctor Maxwell Maltz cuenta de un hombre que fue severamente quemado intentando rescatar a sus padres en un incendio. No tuvo éxito y ellos murieron.
Deprimido y desfigurado se aisló y no quiso que nadie lo viera, ni siquiera su esposa. Desesperadamente, ella fue a ver a Maltz -un prominente cirujano de cirugía plástica- a buscar ayuda. Aunque él le dijo que probablemente podría restaurar la cara de su marido, éste rechazó tercamente ser ayudado.
Cuando la mujer volvió a ver a Maltz, él se sorprendió mucho, pero esta vez por la pregunta que ella le hizo: “¿Puede usted deformar mi cara para que pueda ser como mi marido y compartir su dolor? Tal vez así me dejará entrar en su vida de nuevo”. ¡Cómo lo amaba!
Fuente: devocionalescristianos.org
Maltz se conmovió tanto que insistió para que el marido de la mujer aceptara su ayuda y, afortunadamente, la historia tuvo un final feliz.
La Biblia dice que antes de que Jesús dejara el Cielo, “Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios…. sino que se despojó a sí mismo… haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 6,7,8b). Nuestras mentes humanas limitadas no pueden ni empezar a comprender el entorno que Jesús dejó.
¡Las casas de los ricos y famosos parecen en comparación chozas deterioradas, y nuestra mejor ropa como trapos sucios!
La Biblia dice: “…el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…” (Juan 1:14). Piensa en esto: el Señor del universo abandonó el esplendor del Cielo por su propia voluntad, nació en la pobreza y murió sobre una cruz cruel por la humanidad obstinada. ¿Por qué?
¡Porque así es lo mucho que nos ama!