2: Desempaca el regalo de la Esperanza
La esperanza a veces está puesta en cosas pequeñas tales como esperar que el clima este bueno para nuestros propósitos, o esperar que encontremos un buen aparcamiento disponible en el supermercado.
Pero para muchos la esperanza no está ligada con la certeza, sino que es más como un deseo, algo que quisiéramos que ocurriera. Y la realidad es que muchas veces la vida no sale como esperábamos. Es entonces cuando llega la decepción a la vida y se cambia el optimismo por el desánimo y desesperanza.
Fue en un tiempo de desesperanza colectiva en el que Jesús vino al mundo. El estado de ánimo predominante en Israel era todo menos la esperanza. Estaban bajo la opresión del imperio romano. La presión religiosa de sus líderes era exagerada. Fue en este panorama social en que la verdadera esperanza nació.
¡Jesús nacido representa la esperanza viva! Aquella que trajo al mundo el perdón de los pecados, al igual que la esperanza para un buen futuro, con Él llegó la certeza de la presencia y el poder de Dios en la vida diaria.
Si alguien ha estado luchando con la desesperanza, que este sea el tiempo en el cual pueda desempacar el regalo de la esperanza.
Que puedas repetir como el salmista cuando dijo: “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?. En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!" Salmo 42:5. (NVI)
Tienes a tu favor el regalo de la esperanza, aquella que produce certeza, porque el Salvador, y el redentor vino al mundo para que revivas tu fe.
¡Coloca tu esperanza en Jesús en esta Navidad, te garantizo que no te decepcionará!