En la tarde del 9 de diciembre de 1914 un incendio, producto de una explosión, arrasó con un complejo industrial de la localidad de West Orange, en Estados Unidos. Por lo menos 10 edificios quedaron destruidos, y con ellos se fueron al traste años de investigación y experimentos. En aquel momento se estimó que las pérdidas ascendieron a unos 7 millones de dólares, equivalentes a unos 148 millones de hoy.
—Con esto se hicieron humo todos nuestros errores —expresó el fundador y director ejecutivo de la planta mientras observaba impotente los edificios en llamas—. Aunque tengo 67 años —le manifestó a un periodista delNew York Times que estaba presente en el momento del siniestro—, volveré a empezar todo mañana.
A la mañana siguiente apareció un aviso en el periódico en el que se llamaba a los 7.000 empleados de la empresa a presentarse cuanto antes a trabajar para emprender las labores de reconstrucción. Un desastre de menores proporciones habría desmoralizado a casi cualquiera. No obstante, años de pruebas y errores habían condicionado a Thomas Edison a ver los desastres como oportunidades.
La mayor parte de los reveses a los que nos enfrentamos son mucho menos catastróficos que el sufrido por Edison; pero tienen dos cosas en común con la desgracia que le sobrevino al famoso inventor. En primer lugar, sean de la naturaleza que sean, nos presentan una alternativa: ¿Cómo vamos a actuar ante esa alteración de las circunstancias? En segundo lugar, dependiendo de nuestra reacción, esas calamidades nos cambian a nosotros, para bien o para mal.
En cuanto al primer punto, el optimismo y la determinación son fuerzas muy poderosas para sacar el mejor partido de circunstancias difíciles. Y si encima invocamos la ayuda del Todopoderoso, las probabilidades de un desenlace favorable aumentan formidablemente. «Los ojos del Señor recorren toda la Tierra para sostener a aquellos cuyo corazón está con Él íntegramente» (2 Crónicas 16:9, LPD). En cuanto al segundo, si pedimos a Dios que se sirva de todo trance y de toda prueba para hacer de nosotros mejores personas, Él lo hace. «Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye» (1 Juan 5:14). Es más, Él nos presta particular atención cuando le pedimos que nos haga cambiar para bien.
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2 Corintios 4:8-9 - Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.
Filipenses 4:12-13 - Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
1 Pedro 5:10 - Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.
Fuente: Let Jesús Help You