Es una delicia el poder experimentar la maravillosa presencia de Dios. Sentarte a la mesa del Maestro y poder comer y beber de ÉL, nada se le compara a esos momentos de intimidad con ÉL.
Si aún no lo has experimentado, es tiempo de que comiences a buscar de ÉL. Empieza a adorarle en lo secreto, comienza a expresarle cuanto lo amas, deléitate en Su presencia.